La soledad, la quietud, la desidia, han desarraigado este
lugar y lo han convertido en un extravagante lugar donde poder hacer unas
bonitas fotografías, antes que pase por las manos de algún salvaje y acabe saqueado
y destrozado.
Viejos ordenadores 286, 386, 486, y algún Pentium pude observar sin
dejar de lado a los famosos K6, y K7, todos ellos amontonados en las letrinas,
lo que nos dejaba la duda si fueron puestos allí con intención, o solo fue
fruto de la casualidad.
Viejas calculadoras, pinturas, acuarelas, óleos, y alguna
mini-cadena con los vetustos casetes, que a más de uno nos hizo felices no
tantos años atrás, en nuestras pequeña fiestas.